Estoy pensando en que volvemos a recuperar la ilusión de los cumpleaños cuando somos ya muy mayores.
Tiene su lógica porque cuando eres pequeño la cifra significa conquistar mayores libertades y cuando eres muy mayor cada número es una hazaña y te sientes orgulloso de burlar las enfermedades y muertes que a tantos de tus contemporáneos se han llevado. Has dado esquinazo a cánceres, infartos, accidentes e incluso las demencias seniles. Eres un superviviente y lo sabes.
No hay más que hablar con los ancianos, antes de los cinco minutos ya te dicen » pues yo ya tengo 85…»